La evaluación del proceso busca responder preguntas acerca del funcionamiento y la ejecución de las actividades, prácticas y/o estrategias que se llevaron a cabo. Datos acerca de la cobertura (¿cuántas actividades se realizaron en el año?, ¿cuántas personas participaron?) son relevantes para una evaluación de proceso y pueden recogerse por medio de listas de asistencia y planillas de seguimiento diligenciadas por las personas que lideran cada estrategia, actividad o práctica. La percepción de los diferentes actores acerca del funcionamiento de las acciones ejecutadas (no de los resultados logrados) también hace parte de la evaluación de procesos. Por ejemplo, ¿qué tanto las actividades son percibidas como motivantes, interesantes y pertinentes para las familias?, ¿cuáles son los aspectos que mejor funcionan de las actividades?, ¿qué elementos podrían mejorar?
¿Cuáles son los pasos para construir una alianza familia-ambientes de aprendizaje? Ideas y herramientas
Planteamos una ruta que puede guiar el camino de consolidación de la alianza y que se basa en los principios y los elementos clave para hacerlo. Esta ruta no es una camisa de fuerza y es muy importante que si nos vamos a embarcar en desarrollar la alianza, implementemos acciones que tengan sentido y sean viables en nuestro contexto. Esta ruta se compone de seis pasos que son:
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Es recomendable empezar la ruta de acción identificando a los actores involucrados e interesados en la alianza familia-ambientes de aprendizaje. A continuación, presentamos una descripción general del rol que podrían cumplir algunos grupos relevantes para la alianza.
Estudiantes:
Deben ser el centro de la alianza y quienes reciben los beneficios de esta. Tienen la capacidad de darle forma a la interacción entre la familia y el ambiente de aprendizaje, de monitorear lo que sucede y de restablecer el vínculo entre sus familiares y los docentes. Además, pueden ser un eje para la construcción de proyectos que involucren a todos los actores de esta alianza.
Familias:
son plurales y diversas, aportan a esta alianza desde casa y preguntan a sus hijas o hijos sobre el acontecer escolar. También pueden aportar a la alianza desde sus saberes particulares, su historia y el conocimiento de sus hijos e hijas. Aunar esfuerzos con las familias significa multiplicar las posibilidades del colegio. Las madres, padres, acudientes y cuidadores pueden aportar a la alianza tiempo, conocimiento, ideas, capacidad de trabajo y acompañamiento.
Directivos:
tienen la posibilidad de minimizar las barreras de la alianza e iniciar el contacto; ellos crean el escenario apropiado para que la alianza se concrete. Como autoridades escolares tienen la posibilidad de recoger información de base y hacer el seguimiento al progreso de la alianza. Ellos pueden convocar a los actores para dar inicio a la alianza y pueden sugerir proyectos de ejecución y beneficio colectivo.
Docentes y orientadores:
son articuladores de la alianza. Son, así como los estudiantes, el punto de encuentro entre la familia y el ambiente de aprendizaje. Ellos aportan, además del conocimiento en su materia, el conocimiento de los estudiantes y una visión sobre los problemas y necesidades propias del contexto escolar. Identificar estas necesidades permite desarrollar proyectos vinculantes que son pertinentes para la comunidad escolar dado que resuelven problemáticas reales.
La comunidad:
es un ámbito amplio externo a la escuela: el espacio de los ciudadanos. Los actores mencionados anteriormente son parte de esta comunidad. Los vecinos, los amigos, el tendero, el empresario, la policía, los líderes religiosos, las familias y los estudiantes viven la cotidianidad y están en capacidad de generar un entorno protector y favorable para el desarrollo de los niños. En la comunidad se pueden encontrar aliados con el progreso del ambiente de aprendizaje. Además, ayudar a la comunidad puede ser un factor que fortalezca la alianza familia-ambientes de aprendizaje y la comunidad.
El diagrama que se presenta a continuación da cuenta de múltiples grupos que pueden vincularse a la alianza:
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Aunque la tarea de construir una alianza familia-ambientes de aprendizaje debe ser responsabilidad de todos los miembros de la comunidad educativa, es útil identificar personas que organicen, planeen y lideren el proceso. Es decir, un grupo de personas que inicie las acciones o anime a otros a hacerlo y haga seguimiento para que se lleguen a concretar.
Es recomendable que este grupo esté conformado por quienes realmente deseen participar en él. Deben ser personas comprometidas e interesadas por el bienestar de los estudiantes en general.
También es ideal que el grupo tenga un número adecuado (por ejemplo, no más de 8 personas) para garantizar la coordinación interna. Así mismo, es relevante que sea diverso (por ejemplo, que esté conformado por madres, padres y cuidadores, pero también por directivos, docentes de diferentes áreas académicas y equipo administrativo del colegio). Se sugiere también que el equipo incluya a algunos estudiantes interesados que puedan aportar desde su perspectiva al desarrollo de los procesos.
Este grupo tendrá la tarea de coordinar y liderar los pasos que se presentan a continuación. Sin embargo, es necesario que obtengan la ayuda de diferentes miembros de la comunidad educativa (incluidas madres, padres y cuidadores). Cabe resaltar que el equipo de alianza no es necesariamente un grupo nuevo; puede ser el mismo que está en las instancias de participación que existen naturalmente en el colegio como el Consejo Directivo o el Comité de Convivencia. Cada institución puede decidir en qué instancia tiene más sentido incluir este comité.
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El tercer paso para construir una alianza familia-ambientes de aprendizaje exitosa es hacer un diagnóstico a partir de uno ya existente y actualizarlo para identificar los siguientes aspectos:
Cómo es la relación actual entre las familias y el ambiente de aprendizaje y cuáles son las necesidades percibidas por los diferentes actores.
Conocer a las familias y cuáles son las características del contexto familiar en el que viven los estudiantes.
Cuáles de los retos que actualmente se presentan en las familias o en las instituciones educativas y cómo pueden verse favorecidos por este tipo de trabajo conjunto.
Idealmente, este diagnóstico debe estar encabezado por el equipo líder del proceso y realizarse durante los primeros días del año escolar. Por un lado, reconocer el estado actual de la relación familia-ambientes de aprendizaje y las necesidades percibidas por los docentes, las familias, los estudiantes, etc., permitirá centrar un plan de acción en los aspectos por mejorar y en los elementos que son de interés para la comunidad educativa. Es decir, reconocer que los niveles de participación de las familias en las actividades del ambiente de aprendizaje son muy bajos indicará que parte de los esfuerzos para construir la alianza familia-ambientes de aprendizaje es motivarlas para que se involucren más.
Adicionalmente, es importante conocer cuáles son los intereses de los actores que participarán en la alianza. Por ejemplo, si se va a realizar una escuela de familias es indispensable conocer cuáles son las temáticas que más les preocupan para apoyarlas en esos aspectos. Además, reconocer fortalezas permitirá identificar elementos que podrían apoyar la alianza. Por ejemplo, saber que las familias tienen una relación cercana y de confianza con los directores de grupo de la clase de sus hijas e hijos indicará que un canal de comunicación exitoso podría darse a través de estos docentes.
Por otro lado, conocer las características del contexto familiar de los estudiantes es muy importante, pues permitirá que el plan de acción para construir la alianza familia-ambientes de aprendizaje se ajuste a la realidad para que sea pertinente y respetuoso con las condiciones y situaciones de las familias. Por ejemplo, conocer la composición de estas y los niveles de uso de tecnologías de comunicación (como el correo electrónico, las redes sociales, etc.) son elementos que darán pistas de cómo establecer los canales de comunicación.
Adicionalmente, esto permitirá saber en qué pueden apoyar madres, padres y cuidadores a los procesos de enseñanza (socioemocional, académica, etc.) que se desarrollan en el ambiente de aprendizaje. Por ejemplo, identificar conocimientos y experiencias para involucrarnos de diferentes maneras (liderando talleres, colaborando con procesos de mejoramiento institucional, apoyando a los estudiantes en determinadas actividades durante las clases, etc.).
La información del diagnóstico puede tomarse, por lo menos, de tres tipos de fuentes: información ya existente (por ejemplo, de bases de datos recogidas durante las matrículas en el colegio), información recolectada a través de encuestas y grupos focales de conversación. Si se eligen encuestas, se recomienda usar pocos formatos, cortos, concisos y adaptados al contexto. Por ejemplo, si hay un gran número de padres y madres con bajos niveles de lectoescritura es importante asegurarse de tener alternativas para conocer sus opiniones como hacer la encuesta por teléfono o adaptarla para que los niños puedan apoyarlos al momento de responder. Así mismo, la información puede recogerse en físico o por Internet, dependiendo del medio que más se utilice.
Involucrar a algunas familias voluntarias en el proceso de recolección y/o análisis de la información de diagnóstico puede ser una buena estrategia para que participen en la construcción de la alianza desde el inicio del proceso.
Compartimos aquí una herramienta útil para ese diagnóstico y que nos sirve como familias para revisar inicialmente cómo está nuestra relación con el ambiente de aprendizaje. Si bien puede ser un mecanismo de autoevaluación, sugerir aplicarlo en el ambiente de aprendizaje puede ser un buen mecanismo de diagnóstico.
La invitación es a mirarnos a nosotros mismos como comunidad educativa y reconocer que no existen dos colegios iguales. La Alianza Familia y Colegio se da a partir de reconocer la diversidad. Por ejemplo, entender las diferencias entre lo rural y lo urbano. Ese reconocimiento implica ver también que la participación de las familias puede cambiar a medida que crecen los niños como se muestra en la línea de tiem
Primera infancia
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El cuarto paso requiere que todos los actores involucrados se conozcan y comprendan las necesidades e intereses mutuos. La sistematización y discusión de resultados del diagnóstico anteriormente descrito da pie al ejercicio de construcción colectiva que se plantea en este punto.
Establecer acuerdos y metas compartidas es un proceso de participación que tiene como eje articulador al estudiante y parte de la visión conjunta que reúne las expectativas de la comunidad educativa frente a sus estudiantes. Esta visión se concreta a través del establecimiento de metas compartidas entre el ambiente de aprendizaje y el hogar.
El proceso se puede generar en las instancias de participación existentes, que ya están estructuradas y que pueden ayudar a sustentar la alianza, pero es necesario e importante ampliar la posibilidad de participación a otras madres, padres y cuidadores que no necesariamente pertenecen a estas instancias. En este sentido, es pertinente para la institución educativa crear un equipo que esté enfocado en establecer, desarrollar y fortalecer la alianza. Este se encargará de planear, organizar, ejecutar y evaluar las acciones realizadas.
Las metas deben ser muy claras y específicas, alineadas con las necesidades planteadas en el diagnóstico. También deben ser medibles, de tal manera que al final del año escolar se pueda identificar el avance en el cumplimiento de las mismas y hacer ajustes que aseguren un avance exitoso. Por último, deben ser alcanzables en un tiempo determinado (corto, mediano y largo plazo) y deben ser realistas, lo que quiere decir que se parte de los recursos propios y de condiciones que no siempre son óptimas, pero se tiene la voluntad de trabajar en comunidad para lograr un resultado.
El beneficio de establecer metas comunes es que estas guían la relación de las familias y la escuela y enfocan las acciones para que se logre ese fin común. Por ejemplo, se puede establecer como meta común propender por la alimentación sana en el colegio, lo que implica revisar lo que se vende en la tienda escolar, comprar a un proveedor local, ideal miembro de la comunidad, sugerir qué pueden traer los niños en la lonchera, crear una huerta y cultivar frutas y verduras, hacer un curso de alimentación saludable, proponer alternativas al consumo de bebidas azucaradas, etc., es decir, una serie de acciones que se puedan articular entre el ambiente de aprendizaje y la familia.
Para trabajar conjuntamente en la consecución de las metas establecidas y como factor esencial de una buena convivencia, es importante que todos los involucrados lleguen a acuerdos sobre cuál será la mejor forma de trabajar (por ejemplo, en qué momentos se va a trabajar, qué canales de comunicación se establecerán, etc.) y qué normas debe tener esta interacción (por ejemplo, una interacción amable y cuidadosa, llegar puntuales a las reuniones planeadas, etc.)
Si el grupo que establece los acuerdos es numeroso, es recomendable conformar parejas o pequeños grupos de trabajo para: 1) escuchar diferentes puntos de vista y recordar los intereses comunes, 2) hacer una lluvia de ideas de las normas que se establecerán, y 3) elegir las normas que más los representen. Luego, se pueden recoger las normas planteadas por cada uno de los grupos, identificar puntos en común y, finalmente, establecer una sola lista para todos.
No siempre los acuerdos responden cien por ciento a las expectativas de todos los miembros de la comunidad educativa, pero es importante tratar que en las decisiones se vean reflejadas las ideas, opiniones, deseos, valores, intereses o perspectivas del mayor número de personas posible. Es clave que los acuerdos sean elaborados y conocidos por todas aquellas personas que quieran participar. Se pueden modificar con el paso del tiempo si son ineficientes o si requieren ser más claros.
Las metas compartidas y los acuerdos crean espacios de interacción que dejan de estar marcados por las críticas mutuas, las quejas o la perspectiva negativa de las cosas. La conversación sobre las dificultades de los alumnos se modifica hacia la conversación de cómo solucionar esas dificultades. El vínculo se establece en torno a la cooperación, el aprendizaje y el bienestar de las niñas, niños y adolescentes.
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Los planes de acción son la forma de asegurar que la visión conjunta y las metas compartidas se concreten. Una vez establecidas las metas compartidas, es importante diseñar planes de acción que señalen muy claramente las estrategias relevantes para cumplirlas y lograr el buen funcionamiento de la alianza familia-ambientes de aprendizaje. El número de planes que se establezca debe corresponder a lo necesario para consolidar la alianza.
Todas las personas que hacen parte del contexto de la escuela y que tienen una responsabilidad en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes deben entender su papel, para lo cual es importante lo siguiente:
Identificar roles y alinear expectativas sobre el papel de cada uno (qué esperan en el colegio de mí como padre de familia y qué esperan las familias de mí como docente o directivo).
Identificar las responsabilidades de cada miembro de la comunidad educativa.
Definir mecanismos de interacción y operación donde se concreten esas relaciones (comités, asociaciones, órganos de gobierno escolar, políticas desarrolladas en conjunto, etc.)
Los planes de acción son la forma de asegurar que la visión conjunta y las metas compartidas se concreten. Una vez establecidas las metas compartidas, es importante diseñar planes de acción que señalen muy claramente las estrategias relevantes para cumplirlas y lograr el buen funcionamiento de la alianza familia-ambientes de aprendizaje. El número de planes que se establezca debe corresponder a lo necesario para consolidar la alianza.
Todas las personas que hacen parte del contexto de la escuela y que tienen una responsabilidad en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes deben entender su papel, para lo cual es importante lo siguiente:
Es decir, definir cómo vamos a alcanzarlas. Por ejemplo, si una meta acordada fue lograr que los estudiantes se alimenten más sanamente, una acción concreta es reemplazar las bebidas endulzadas en la tienda del ambiente de aprendizaje por frutas, proponer que todos lleven su propia botella y ofrecer agua potable de manera gratuita.
Por ejemplo, comprar un bebedero y ofrecer más frutas y verduras para consumo en la tienda y cafetería; hacer talleres a la comunidad educativa acerca de la mejor hidratación, la necesidad de no producir más desechos (como son los empaques de las bebidas) y tener hábitos saludables (consumir más frutas).
Por ejemplo, cuánto dinero se necesita recaudar para comprar el bebedero y conseguir materiales didácticos que apoyen las formaciones.
Es clave definir para cada acción quién es la persona o grupo que lo va a sacar adelante. Por ejemplo, madres, padres y acudientes pueden turnarse para vender salpicón y frutas en la tienda escolar y los docentes de ciencias naturales, con la ayuda de madres y padres, pueden liderar las formaciones.
También es útil definir un cronograma para realizar las actividades e identificar cuándo se concluye cada estrategia. Por ejemplo, días en los que se realizarán las formaciones y tiempo requerido para conseguir el presupuesto para la tienda escolar.
La comunicación intencional y planeada genera confianza y fortalece la relación. Es por eso que el plan de acción debe ser conocido por todos y si hay acciones que requieran el apoyo de las familias, la información debe ser enviada oportunamente. Para establecer esta comunicación son útiles todos los medios, como, por ejemplo, circulares, boletines, reuniones, carteleras y medios electrónicos.
Evaluar los resultados del plan de acción durante y al final de su ejecución es indispensable para tomar decisiones informadas en el futuro. Por ejemplo, para conocer cuáles estrategias funcionan muy bien y deberían mantenerse y cuáles deberían ajustarse para lograr mejores resultados. Para la evaluación es importante tener en cuenta cuáles fueron las metas que se establecieron en el plan de acción y centrarse en observar si esas metas realmente se cumplieron o no.
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Dos tipos de evaluación pueden ser útiles:
De proceso y de resultados.
De impacto o de resultados
Mide los resultados de las acciones implementadas. Esto puede hacerse a través de encuestas, entrevistas, etc., que recojan información acerca de los cambios logrados. Una manera de observar el impacto de las actividades, estrategias y/o prácticas realizadas es volver a aplicar al final del proceso (por ejemplo, al terminar el año escolar) los mismos formatos que se aplicaron como línea de base durante la fase de diagnóstico y comparar los cambios en las respuestas de los diferentes actores.
Así mismo, es clave socializar los resultados tanto de la evaluación de proceso como de la evaluación de impacto con la comunidad educativa y dejar abiertos los canales de comunicación para recibir retroalimentación adicional. Esta socialización puede darse a través de diferentes medios (por ejemplo, puede estar disponible en la página web del colegio, resumirse en boletines informativos cortos o presentarse de manera simple y concisa en reuniones o asambleas).
podríamos participar en la consolidación, análisis y socialización de estos resultados, pues la alianza familia-ambientes de aprendizaje es un esfuerzo conjunto y no solo del personal administrativo, de los docentes, directivos y orientadores. Los estudiantes también pueden participar en este proceso al mismo tiempo que desarrollan habilidades propias de sus áreas académicas. Por ejemplo, una actividad de la clase de matemáticas puede ser analizar los datos estadísticos obtenidos en las encuestas a las familias. Así, los estudiantes pueden apoyar la alianza familia-ambientes de aprendizaje y al mismo tiempo tener la oportunidad de aprender a partir de información cercana a ellos y relacionada con su vida cotidiana.
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Esta encuesta de percepciones sobre las relaciones es una herramienta que permite comprender cómo vemos las familias ese vínculo que queremos fortalecer con el colegio. Se puede aplicar como autodiagnóstico o pedir al colegio que la envíe a todas las familias. También se puede aplicar en su totalidad o ir enviando las preguntas a lo largo del año e ir explorando los resultados poco a poco.